domingo, 29 de abril de 2018

"Black jackets: Días felices" (Martin Davison y Stephen Verona, 1974)

Posiblemente la peor película rocker que se haya realizado jamás es esta producción, modesta por lo menos, que intentaba aprovecharse del tirón nostálgico hacia los años 50 que el año anterior había generado la infinitamente superior "American grafitti" y recientemente la serie televisiva "Días felices". De hecho, el desconcertante título en español del film nos lo quería hacer pasar como una adaptación para la gran pantalla de esto, y nada más lejos de la realidad si exceptuamos que uno de sus protagonistas es el actor Henry Winkler, que había interpretado al popular rocker Fonzy en la citada serie. El título original es "The Lords of Flatbush", que hace referencia a la diminuta pandilla de rockers Los Lords (cuatro miembros), que llevan una existencia bastante ociosa, incluyendo sus momentos en un instituto de Brooklyn, durante 1957, año en que se desarrolla la acción. Fuera de sus gamberradas la verdad es que su vida es insulsa y solo Chico, el guaperas del grupo, tiene el aliciente de poder disponer de casi cada chica que se ponga a su alcance. Precisamente serán sus problemas para mantener activos sus ligues la única linea argumental de la película, si es que se le puede llamar así, aunque la verdad es que llega un momento en que todo nos da igual. Los diálogos me temo que muchas veces son totalmente improvisados y el montaje y los encuadres parecen más propios de aficionados que de otra cosa. Lo malo de todo esto es que la cinta carece del más mínimo sentido del humor con el que se hubiera podido capear el temporal y no hay ni siquiera una escena que nos mueva a la más leve sonrisa. Solo destacar un detalle, recuperado con mucho más talento en la posterior "The Wanderers", la boda como símbolo de la llegada de la madurez y de la disolución de las pandillas juveniles y de la amistad adolescente. El entusiasmo del reparto no se ve recompensado en hechos, y hay que destacar entre ellos a futuras estrellas de la televisión como Perry King o Susan Blakely, y sobre todo a la futura super-estrella del cine Sylvester Stallone, en su primer papel importante. En cuanto a la banda sonora decir que es pobre, a base de doo-wop moderno, con poca garra, y otros temas bastante menos adecuados. En este sentido hay que reconocer al film el mérito de haber querido hacer una banda sonora propia, sin recurrir a clásicos, aunque el fracaso final es evidente. No se comprende como se incluyó en el proyecto a cantante tan poco rockero como Jamie Carr, que aporta los temas de los momentos clave ("You and me", "Can you believe you´re in love" y la canción de la boda) para desesperación de cualquiera, convirtiendo esas escenas en más aburridas de lo de que por sí ya eran. Mejores son los temas de Ken Williams ("Easy now"), Paul Nicholas ("When you are a Lord"), Jeanne Thomas Fox ("Oh, what a night for love"), Bill Dean ("Gypsi woman") y, sobre todo, Jerry Keller ("Rock & roll music" y "Drive-In Riff") que al fin aporta algo de espíritu rocker a la banada sonora. Esta la completan las composiciones intrumentales para los fondos de Charles Brown ("There´s a better way to say goodnight" y "The chase"), Al Rogers ("Rumble drums") y George Marge ("A very fine day"), que tampoco pasarán a la Historia precisamente.

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