Un diner es un establecimiento típicamente estadounidense de los años 50, que consiste en una construcción metálica prefabricada que alberga en su interior una cafetería, la cual también sirve algo de comer (desayunos, sandwichs y hamburguesas, principalmente), aunque no bebidas alcohólicas, y que abre las 24 horas del día. Fueron tremendamente populares por sus precios económicos, por su horario y porque casi siempre tenían una gramola donde poder oir los últimos discos. Poco después muchos añadieron pequeñas juke-box individualizadas en cada mesa. Eran, además, otra de las maravillas del diseño norteamericano de los años 50. Aun quedan unos cuantos en pie y activos, entre los que recomendaría el Madison Bowl de Cincinnati (Ohio), el Larny´s de Dearborn (Michigan), los pocos que quedan intactos a lo largo de la Ruta 66, el Ohio House en Chicago (Ilinois), el Air Line, del aeropuerto LaGuardia de Nueva York (Aquí es donde se tomó la sesión fotográfica para el disco "Gonna ball" de Stray Cats y donde se rodaron importantes escenas de "Uno de los nuestros") y el Hollywood en Baltimore (Maryland), que aunque ahora permanece cerrado es un protagonista más de del film que tratamos en profundidad en este artículo.
Es curioso que la primera película para la pantalla grande del luego encumbrado director Barry Levinson fuera una de sus obras más completas y sólidas. Su personalidad y estilo se muestran aquí en todo su esplendor ante de que la comercialidad de obras posteriores la atenuara un poco y antes también de que ciertos alumnos de sus logros lo eclipsaran al superar al maestro en algunos aspectos. El argumento del film transcurre en los últimos días de 1958, fechas navideñas en las que vemos las vivencias de una pandilla de amigos que, a pesar de que se acercan peligrosamente a la treintena, se niegan a madurar y a dejar atrás sus días de juerga y despreocupación por más que ya alguno de ellos esté casado o a punto de hacerlo. Con el transfondo de una banda sonora sensacional de rock & roll y du-dúa sus acciones son una metáfora del final de la época de esplendor económica y social estadounidense de la que se niegan a salir a pesar de que el fin se ve ya claramente en el horizonte. Eddie hace un duro examen sobre deportes a su novia como prueba que ella ha de pasar si quiere llevarle al altar, Shrevie se pelea con su mujer porque le desordena los discos que tiene ordenados por artista, fecha y género, Fenwick se niega a trabajar o estudiar a pesar de ser un genio, y Boogie, el más salvaje de todos, se niega a llevar una vida ordenada amparándose en el juego compulsivo. Sin embargo, de forma inevitable, el tiempo y la edad se impondrán y todas sus vidas amenazan con convertirse en ordinarias y maduras, como queda representada en la escena de boda final. Ninguna de las acciones de la película es espectacular o transcendente, son solo anécdotas graciosas pero nimias a lo largo de unos pocos días en la vida de unos amigos de clase media, pero la habilidad narrativa de Levinson y su estilo personal, a base de largas conversaciones aparentemente intrascendentes pero que mantienen al espectador entretenido, convierten el film en una obra divertida y amena como pocas. En este aspecto, el de llenar huecos con diálogos intrascendentes pero muy entretenidos, es el ejemplo en el que se inspirará Tarantino para sus famosas conversaciones de sus posteriores films. Así, por ejemplo, en una de las reuniones de los chicos, empiezan a discutir sobre quién es mejor cantante, si Mathis o Sinatra. Tras muchas y graciosas aportaciones a favor de uno u otro, Boogie, recíen llegado, zanja la cuestión diciendo simplemente: "Presley". No son rockers, pero son chicos inteligentes que les tocó vivir la edad dorada del rock and roll y que la viven como si se fuesen a morir al día siguiente, como así parece ser al menos figuradamente. El reparto es un lujo de grandes promesas del cine de entonces, algunas de las cuales se quedaron por el camino, o aparecen y desaparecen según las décadas: Mickey Rourke, Steve Guttemberg, Kevin Bacon, Ellen Barkin,... Todas haciendo una de las mejores interpretaciones de sus vidas y consiguiendo grandes premios del cine y de la crítica, etre ellos tres nominaciones a los oscars. De Levinson que decir. Que luego triunfó plenamente en el cine con películas como "El mejor", "Rain man", "Bugsy" o "Sleepers", que pueden gustar más o menos, pero que siempre destacan por una cosa: su sensacional banda sonora. Con respecto a esta repasemos las canciones que aparecen, como veréis sin desperdicio: "Whole lotta shakin´ goin´on" (Jerry Lee Lewis), "A teenager in love" y "I wonder why" (Dion & the Belmonts), "Dream lover" y "Beyond the sea" (Bobby Darin), "Come go with me" (The Del Vikings), "Merry Christmas baby" y "Run, run Rudolph" (Chuck Berry), "Honey don´t" (Carl Perkins), "It´s all in the game" (Tommy Edwards), "Take out some insurance" (Jimmy Reed), "Whole lotta loving" (Fats Domino), "Havin´ fun" (Memphis Slim), "Ubangi stomp" (Warren Smith), "Ain´t got no home" (Clarence "Frogman" Henry), "Smokestack lighting" (Chester Burnett), "Mr. Blue" (The Fleetwoods), "Don´t be cruel" (Elvis Presley), "Fascination" (Jane Morgan), "Where or when" (Dick Haymes), "A thousand miles away" (The Heartbeats), "Reconsider baby" (Lowell Fulson), "Somethin´ else" (Eddie Cochran), "Why don´t you do right?" (Lilian Green), "Goodbye baby" (jack Scott) y "La Bamba", "Baltimore colts fight song" y "Blue moon" orquestadas como fondo ¡Total nada!
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