Hijo de un médico que, inspirado por los experimentos fotográficos de su insigne colega Ramón y Cajal, se interesó por la fotografía muy joven y contagió ese entusiasmo a su hijo. Así pues Antonio Alay tuvo contacto muy pronto con ese mundo y empezó en seguida a conocer la técnica y el arte. Aunque para él desde siempre, como dice, "No importa la temática, mi visión es siempre la misma: directa y honesta, sin artilugios de ningún tipo", y sin contradecir esta afirmación, la verdad es que se decantó en seguida por "las historias apasionantes y las travesías comprometidas" como otros grandes fotógrafos de su generación o algo mayores como García Alix, una de sus grandes influencias. Sin embargo, al contrario que este, Alay ha hecho del color, un valor muy personal y evocador de tiempos mejores, su seña característica, una vez dejó de lado sus excelentes retratos en blanco y negro. En los años 80 se hace profesional, haciendo todo tipo de encargos, y poco después empieza a hacer trabajos para la televisión. Es a principios de los años 90 cuando empieza a meterse poco a poco en la cultura rocker, a enamorarse de su música y sus aptitudes (cabalga una excelente Triumph) y, como el mismo confiesa, la visión de Ervin Travis haciendo su espectáculo a lo Gene Vincent, ya en el siglo XXI, y otras señales le empujan a dedicarse casi exclusivamente a retratar el mundillo rocker y a sus estrellas, destacando sus excelentes retratos, ya sean en grupo o individuales (no por eso ha dejado de plasmar otros temas). Su última y esperada obra es el libro "Rockin´ Spain" (2011), dirigido y producido por él mismo, que da un repaso a la historia del rock and roll con especial hincapie en el rockabilly español.
1 comentario:
no le conocía, pero buscaré algo por ahí. un abrazo, que siempre es un placer saludarte
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