La expansión del rock & roll también llegó a Uruguay y, a finales de los años 50. En una de sus ciudades fronterizas con Argentina, seis animosos jóvenes, formaron una de las bandas pioneras del país, Los Blue Kings, que hacían versiones de los grandes temas del género que llegaban de los Estados Unidos. Poco a poco uno de los hermanos Franco que componían la banda, Eduardo, se animó a componer canciones propias, excelentes muestras de un rock & roll básico y divertido, y de los nuevos ritmos bailables, entre los que destaca su "Blue Kings twist". Esto le aupó entre sus compañeros, entre los que hasta entonces apenas si tenía sitio pues no dominaba la guitarra del todo y era extremadamente timido, hasta el punto de darle casi pánico actuar. Consiguen labrarse una gran reputación gracias a sus conciertos, memorables no solo por sus temas sino por el entusiasmo que demuestran sobre el escenario, y son requeridos incluso en la capital, Montevideo, donde telonean al gran Jhonny Tedesco. Además, astutamente, poco después deciden adoptar una imagen muy particular y original que les hace facilmente reconocibles entre otras bandas de rock, Los Blue Kings llevarán gorras y chalecos de cuero negro y unas gafas de concha muy llamativas, que les hacían parecer más unos tunos que unos rockeros. Fichan por el modesto sello Clave, que les edita su excelente single "Retén la noche" (1963), versión libre del "Reteins la nuit" de su adorado Johnny Hallyday, con la cara B de nuevo incursionando en los bailes de moda del momento, en este caso al madison. Debido a la escasa tirada y promoción, el éxito no llega de forma inmediata y las impacientes exigencias paternas por buscar un futuro mejor se radicalizaron, obligando a su cantante a dejar el grupo en pos de un trabajo, digamos, normal, siendo sustituido a la voz por el propio Eduardo. Pasan a la discográfica Sondor, donde graban algunos temas de twist y rock & roll, aunque lo único que saldría al mercado sería el single "A Saint Trophez" (1964), aparte de una colaboración con Tedesco. Con este bagaje llaman la atención de la estrella de entonces, Palito Ortega, que les recomienda a los de la todopoderosa discográfica RCA (más tarde le devolverían el favor acompañándole en uno de sus álbumes), los cuales les fichan llevándoselos a Argentina, país donde desarrollarían gran parte del resto de su carrera. Allí lo primero que hacen es cambiarles el nombre a Los Iracundos, en parte por su furor salvaje y en parte porque ya los nombres anglosajones en bandas hispanoparlantes habían pasado ridiculamente de moda (ahora han vuelto, por desgracia y también de forma grotesca). Poco a poco se van tornando menos iracundos y más comerciales, girando hacia el pop británico y hacia las baladas, abandonando su sello estético personal y convirtiéndo el nombre del grupo en paradójico primero y en un mal chiste después, cuando se pasen a la canción ligera italianizante, aunque todavía, en estos primeros tiempos conserven gran parte de su dignidad profesional gracias a ciertos temas de música surf o rock. Son joyas como "El rock de la clase" y, sobre todo, una de las mejores y más rockeras versiones jamás hechas del "Mack the knife", "Moritat", que grabarían más adelante. Evidentemente esta adecuación a las modas a lo más alto de la fama en su país, sobre todo gracias al tema "Puerto Montt" (1968) que presentaron sin ningún tipo de escrúpulos a un festival de la canción, y a sus intervenciones cinematográficas (en la ciudad chilena de Puerto Montt hay un monumento en honor de Los Iracundos por haberles dado fama). Pero atención, siempre se puede caer más bajo y Los Iracundos se dedicaron en los años 70, no solo a las baladas románticas más empalagosas (entra las que solo destacaremos, por su excelente título, "Soy un mamarracho"), sino también álbumes para niños. Solo se salva de esta etapa su incursión en el siempre digno tango y sus cada vez más frecuentes temas instrumentales. Su vocalista y compositor, Eduardo Franco, ostentaba cada vez más protagonismo y durante los años 80, aprovechando el éxito que sonrie al grupo en toda Sudamérica, se decide a llevar una carrera paralela en solitario. Esto crea los primeros problemas en el seno del conjunto y algunos de sus miembros dejan el grupo. No se arreglaría la situación precisamente cuando su siguiente álbum fuera acreditado como de Eduardo Franco y sus Iracundos de Siempre, pareciendo más un reproche que un verdadero título. Pero la muerte de Franco, de un cáncer linfático, en 1989 (con solo 43 años), resuelve esos problemas internos. Franco de enorme fama en el Cono Sur, es considerado desde entonces un ídolo en su ciudad natal, con estatuas incluidas. Curioso estrellato para un tipo que tenía miedo a la oscuridad y a las muchedumbres, pero poseedor de un talento tan grande como desaprovechado. El sustituto será el cantante de un grupo imitador de los Iracundos de penoso nombre, Frutilla, pero claro, aunque tenían cantante ya no sabían hacer nuevos temas y se dedicaron con él a regrabar álbumes recopilatorios con viejos temas que, por fortuna, contenían alguno de sus buenas primeras canciones. Sin embargo en 1992 fallece su guitarrista de un infarto y entonces ya solo quedan dos integrantes originales, aunque con multitud de material antiguo de Franco que no estaba editado y que se disponen a aprovechar. Con ello consiguen un nuevo disco de oro "Con la misma moneda" (1994) y concursan en el festival de la OTI, otro paso más... hacia abajo. Poco después fallece el último miembro original del grupo e incluso el vocalista deja el grupo para formar otros iracundos juntos a algunos ex-miembros del grupo, expansión que se multiplica al crearse varios grupos más con el mismo nombre que poco o nada tienen que ver con la banda original. Ahora, el único miembro original es Loenardo Franco, que de vez en cuando se une a ex-compañeros para seguir tocando, aunque, agotadas las posibilidades de seguir recopilando o regrabando, cada vez son menos asiduos de los estudios.
No deben ser confundidos con Los Blue Kings mejicanos, a los que tratamos en el artículo sobre los Blue Caps.
Músicos: Jos Brunini y Eduardo Franco (voz), Leonardo Franco, Juan "Bosco" Zabalo (guitarra), Hugo Burgueño (bajo), Juan Carlos Velásquez (batería) y Jose María Febrero (teclados).
"Retén la noche".
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