sábado, 11 de enero de 2014

Jimmie Rodgers (Camas, 1933 - Palm Desert, 2021)

No vamos a hablar aquí del famoso cantante de música country homónimo, posiblemente la primera gran estrella del género, sino de un cantante de rockabilly al que se pusó su mismo nombre al nacer (aprovechando que tenía el mismo apellido) como homenaje, ya que aquel había muerto solo cuatro meses antes de que naciera este en el norteamericano estado de Washington. Era evidente que sus padres eran grandes aficionados a la música, y no solo eso, su madre tocaba el piano en el cine local para ambientar las películas mudas y daba clases particulares del instrumento, pluriempleada además en un molino de papel, donde también estaba su marido, para sacar adelante a la familia. El pequeño aprendió a tocar pronto y, decidido a convertirse en profesor de música, se apuntó al Conservatorio, aunque para ello tuvo que ponerse a trabajar también en el molino, casi desde su niñez. Casi más que en el piano Jimmie destacó en seguida por su excelente y dulce voz, que le reportó protagonismo en los coros del instituto (donde a su vez tenía un empleo de mantenimiento durante los veranos) y de la iglesia (su madre era una extremista religiosa). Pero a pesar de sus buenas intenciones no daba a basto, y no pudo aguantar hasta su graduación, alistándose en las fuerzas aéreas para luchar en la guerra de Corea. Destinado a Seúl, conoció a unos compañeros con gran afición por la música también, y uno de ellos le regaló una destartalada guitarra, intrumento al que Jimmie se pasó con pasión. Los chicos pronto formaron su propia banda de poco original nombre, The Rhythm Kings, que se dedicó a entretener a las tropas hasta que Jimmie cumplió su año en Corea y fue devuelto a casa, instalándose en Nashville. Allí pudo empaparse de las nuevas tendencias del country, y pronto encontró su propio estilo, a medio camino del clásico y del rock & roll que estaba emergiendo. Se licenció en 1955, volviendo a Washington, donde en seguida se convirtió en un artista popular gracias a sus actuaciones en Portland. Se casó con una chica de su pueblo y fue animado por otros artistas locales para que se desplazara a Nueva York a concursar en un conocido programa de televisión de esos de búsqueda de nuevos talentos. Preparado para hacerlo, su mujer sufrió un tremendo accidente de automóvil que le dejaría secuelas para siempre, pero aun así Jimmie viajó y ganó, siendo captado por los de la recién creada discográfica Roulette, que buscaban deseperadamente cantantes de rockabilly. Tras la desconocida y paradójica "I won´t sing rock and roll" (1956) -No cantaré rock and roll-, le grabaron en maqueta su "Honeycomb" (1957) que solo fue distribuida a los pincha-discos mientras Jimmie, sin mucha fe en el éxito, volvía junto a su esposa. Pero hete aquí que al ser pinchado en la radio tuvo mucha aceptación por parte del público, pero los de Roulette, no se sabe como, perdieron contacto con Jimmie, debiendo pedir a los locutores que lo buscaran por las ondas. Tuvo que ser el mismo cantante quién se pusiera en contacto con el sello, los cuales le ficharon inmediatamente. Relanzada a lo grande (aun en la grabación original de la maqueta), el blando rockabilly "Honeycomb" se transformó en un sorprendente número uno en los Estados Unidos. Siguieron otros singles parecidos, pero sin su éxito, aunque "Secretly" (1958) llegó al número tres de las listas, y empezó a salir de gira con el show de Alan Freed, junto a estrellas como Jerry Lee Lewis, Buddy Holly (al que le unió una gran amistad) y Chuck Berry. En esos días su padre se ahogó en el lago del pueblo, pero quitando esta tragedia su carrera pareció estabilizarse para bien, consiguiendo ser el telonero del cómico Bob Hope en uno de sus famosas actuaciones ante el ejército y consiguiendo un sorprendente éxito en Inglaterra con la estupenda "Woman from Liberia". Luego fue telonero de otras estrellas como Little Richard o Frankie Avalon y no le fue del todo mal con la algo cursi "Tender, love and care" (1959). Era además carismático y simpático, consiguiendo su propio programa televisivo de variedades, apareciendo en los principales programas nacionales y llegando, incluso, a protagonizar la película "The little shepherd of Kingdom come" (1960). Los primeros años 60 vieron como decaía su popularidad en su patria, donde solo fue aceptablemente bien recibida "A little dog cried" (1961), y fue por ello que se volcó en Gran Bretaña, donde aun triunfó con los adecuados temas "English country garden" (1962), que llegó al número cinco de las listas, y una versión del clásico popular "Waltzing Mathilda". Pensando retomar su carrera estadounidense se pasó a discos Dot, donde le fue bien con "The world I used to know" (1964) y, sobre todo, con "It´s over" (1966), y luego al sello A&M, donde tampoco le fue mal con "Child of clay" (1967). Pero son temas ya totalmente alejados del espíritu rocker original, englobados dentro del folk que en esos momentos triunfaba. Traiciones aparte, la carrera de Rodgers volvía a emerger en su país y estaba preparando un gran musical para el cine de Hollywood cuando volvía a casa de una cena de Navidad el 20 de enero de 1967. Por el camino un coche le embistió por detrás y, al parar, el otro conductor se acercó a su ventanilla y le dijo que era policía y saliera del coche. Era un poli fuera de servicio que seguramente vio a Jimmie pisar la linea (había bebido, pero no iba borracho). Como no pudo identificarse como agente de la ley y Jimmie, con razón, se puso furioso, el agente llamó a varios compañeros que, cobardemente, le dieron una paliza de muerte. Tuvieron que operarle tres veces el cerebro, poniéndole una placa de metal en sustitución de un trozo de craneo, y repararle la cadera. Los juicios que siguieron contra la ciudad de Los Angeles contra la brutalidad policial le valieron una indemnización de 200.000 dólares, una buena cantidad para la época, pero su carrera había terminado para siempre pues, fisicamente desde entonces, estaba hecho una piltrafa, a lo que sumaba que su mujer tenía graves desórdenes mentales desde el accidente. No podía más y se separaron, pero Jimmie, secretamente, siguió cuidando de ella hasta su muerte en 1978 debido a un coágulo que le quedaba en el cerebro, a los 38 años de edad. A pesar de todo Jimmie intentó volver al espectáculo ya que aun podía cantar bien, pero todo era inútil porque sufría convulsiones, no tenía equilibrio y su aspecto era muy malo. Fisicamente se recuperó bastante, según él gracias a un milagro de Dios, llegando a poder jugar bien al golf e incluso a correr medias maratones. En los años 80 se casó nuevamente y tuvo una hija, pero poco después su salud volvió a resentirse y necesitó periódicos tratamientos médicos -incluyendo una operación a corazón abierto en 2012- , lo que está vez sí le retiró totalmente de la música hasta su fallecimiento cuando contaba con 87 años de edad.
Músicos: Jimmie Rodgers (voz y guitarra) y la orquesta de Hugo Peretti.
 
"Honeycomb".

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