Sydney Nathan regentó una galería de tiro, organizó espectáculos de lucha libre y vendió aparatos de radio, todo ello en Cincinnati, Ohio (Estados Unidos), antes de decidirse a abrir un negocio más acorde con sus aficiones: una tienda de discos. Especializada pronto en música country, allí compraron cantantes del género de la talla de Merle Travis, con los que Nathan, gracias a su enorme simpatía y personalidad, empezó a trabar amistad. Decidido a pasarse a la promoción de la música a mayor escala (y realmente nunca movido por la codicia) alquiló un gran local en el número 1540 de la avenida Brewster, donde montó un estudio de grabación a la vez que ampliaba su tienda, gracias al dinero que aportaron su hermana y su cuñado. Llamó a este nuevo sello King, "El rey de todos ellos", y pronto ampliaría el negocio, añadiendo los edificios anexos, instalando una prensa de discos y un taller de diseño de portadas (lo único que no tenía era una planta papelera para hacer esas portadas). Esto lo pudo hacer gracias a que el negocio le fue bien desde el primer momento, ya que el primer disco que editó en serio, "Filipino baby" (1946), de Cowboy Copas (Nathan era muy dado a poner motes más o menos chocantes a sus artistas), fue un tremendo éxito que le dio mucho dinero y la posibilidad de comprar los locales de Brewster Avenue. En los primeros años se dedicó en exclusiva al hillbilly, de hecho su lema de los años 40 era "Si es un King, es hillbilly", aunque siempre animando a los artistas a experimentar o a dar diferentes velocidades a sus temas, cuyo mejor y paradigmático ejemplo es el "Hillbilly boogie" de los Delmore Brothers. Y es que Nathan fue también un gran innovador en el mundo de la música. Desde el primer momento hizo cantar country a negros o rhythm & blues a blancos, algo insólito hasta entonces (aunque no cuajó), y cambio el concepto de músicos de estudio al alquilar para según que casos a según que músicos, reclutando entre otros a Hank Garland o Shorty Long. También fue de los que más mujeres contrató y prácticamente el único que animó y ayudó para que sus empleados tuvieran su propio sindicato. No solo eso, fue Nathan el que ideó el concepto de inundar las jukebox de los bares con sus discos incluso antes de ponerlos a la venta, y el creador del bio-disco, es decir, que incluía una breve biografía del artista en la galleta central de aquellos discos sin carpeta, principalmente para dar información al pincha-discos de la radio. Esto es una característica exclusiva de King. Para finales de los años 40 ya era de las cinco más influyentes discográficas del país, y podían permitirse abrir una subsidiaria, en principio exclusiva para músicos negros (Queen Records), y comprar discos Deluxe, incluyendo sus artistas. Entre ellos estaba Roy Brown, que acababa de grabar "Good rockin´ tonight". King volvió a grabarla, pero con Wynonie Harris, llegando al número uno de las listas de rhythm & blues. Ivory Joe Hunter y Mickey & Sylvia fueron otros buques insignia de King en este estilo. Pero el éxito no le hizo olvidar a los humildes y a Nathan no le importaba editarle un disco a un principiante, aunque fuese de una tirada de 500 copias. Mientras, el hillbilly de King continuó evolucionando, y en 1953 Jack Cardwell se acercó al proto-rockabilly. Moon Mullican, Merle Travis y Charlie Gore fueron otros de sus claros exponentes de esta tendencia. A mediados de los años 50 el cambio de modas ya era irremediable y el sello se olvidó del country (para ello abrieron la filial Bonanza, de 1955 a 1956, especializada en Western-Bop) y el blues para volcarse en nuevos sonidos como el doo-wop y el rockabilly, acogiendo en su seno muchas veces a aquellos que eran despreciados por las grandes compañías (y vendiéndoselos a ellas una vez que ya habían triunfado). The Platters, The 5 Royales, The Charms, The Swallows, The Five Keys, The Midnighters y Billy Ward & the Dominoes (con Jackie Wilson) en du-duá; Lonnie Mack, Little Willie John, Ruby Wright, Boyd Bennett & his Rockets y LaVern Baker en rock and roll; Steve Lawrence, Guy Mitchell y Bob Braun como teen-idols; y, sobre todo, Mac Curtis, Bonnie Lou, Trini López, Billy "Crash" Craddock, Lattie Moore, Bill Beach, Ronnie Molleen (su disco "Rockyn´ Up" sea posiblemente el más salvaje editado nunca por King), Hank Mizell, Delbert Barker, Bob & Lucille, Fuller Todd, "Orangie" Ray Hubbard, Ray Starr, Dale Wright, Charlie Ryan, Rusty York y, desde luego, Charlie Feathers, en rockabilly, convirtieron a King en la Sun Records del Norte, una factoria rocker que dejaría tal impronta en Cincinnati que el rockabilly no pasaría de moda, al contrario que en el resto de Estados Unidos, durante los años 60 y 70. Mientras tanto su filial Queen se había ido especializando ahora en música high school, destacando algunas grabaciones de Jan & the Radiants, The Fortunes, Terrie Parker y The Maroons. King tuvo que reponerse a un mazazo terrible en 1963: La muerte de dos de sus más rentables y fieles artistas, Hawkshaw Hawkins y Cowboy Copas, en el accidente de avión que también costó la vida a la estrella Patsy Cline. Hawkins tenía esa semana un número uno, "Lonesome 7-7203". Por suerte en esos días ya habían dado con el que sería su mejor inversión, un joven que gritaba como un poseso a destiempo y se comportaba como un loco a los ojos de Nathan, un tipo llamado James Brown que en poco tiempo sería conocido como el Rey del soul. Quizá el inconmensurable éxito de este sobrepasó un poco a Nathan, llegando un momento en que la compañía dependía de Brown (aunque tenía otros valores, como el nuevo príncipe del twist, Hank Ballard), trastocó todos los conceptos musicales que tenía preconcebidos, y Nathan sufrió ya un primer infarto a mediados de la década. Obligado a descansar, alquiló sus oficinas y su prensa a un pequeño, joven y efímero sello llamado Fountain (que editó soul y country, pero también una rara joya del rock & roll a cargo de Los Hermanos Wilder) y se fue a Miami, donde no pudo sobrevivir a un segundo ataque en 1968. Sus socios reconocieron que él era el guía único y que sin él la compañía no era nada, por lo que la vendieron a Starday, otro sello que tenía bastante vista musical. Aun así no se pudo evitar vender el contrato de Brown, en 1971, a la poderosa Polydor, con lo que el destino de Starday-King estaba sellado. Cerrados sus estudios, todo su catálogo fue vendido a Gusto Records, que desde entonces hace alguna reedición de su material. Actualmente los locales de King Records están abandonados, cercados por un callejón sin salida y atrapados ante la autovía interestatal 71 (vease la foto que he hecho, arriba). Cuando James Brown estuvo allí de visita, poco antes de morir, se puso a llorar por el estado en que se encontraba. Hace poco, menos da un piedra, el Rock and Roll Hall of Fame (con sede en Cleveland, Ohio también) le ha puesto una bonita placa informativa y conmemorativa en la puerta.
El "Good rockin´ tonight" de Wynonie Harris.
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