El estadounidense Nash pasó su más temprana adolescencia enamorado del rockabilly y no tenía ni quince años cuando se lanzó con pasión a cantarlo y tocarlo, como una especie de niño prodigio de un género que parecía ya empezar a agonizar en los últimos meses de la década de los 50. Pero Nash era enérgico, simpático y bien parecido, una especie de versión estadounidense del nuevo y arrasador rocker británico, Cliff Richard, diminutivo que adoptó también como nombre artístico, por si a alguien le cabian dudas sobre sus influencias y ejemplos. Tuvo suerte en el sentido de que, ya que en su estado, California, el rockabilly había muerto (ahora imperaba la música surf, e incluso las primeras hordas de hippys ya pululaban por ahí), su familia emigrara a la capital de Ohio, Columbus, estado donde se había refugiado el herido rockabilly ante la presión de los nuevos géneros (no solo la música surf, sino el mersey beat, etc.), en pequeñas tabernas y clubs, con el apoyo de algunos sellos heroicos, y por tanto había mercado para el fiel rocker Nash. Tenía solo 16 años cuando el modesto sello local Kim (poco menos que una corropla de amigotes que, por amor al arte, enviaba sus grabaciones a la RCA para que las imprimiese en vinilo) le editó el single "This little boy gone looking" (1962), una auténtica rareza metida en papel de estraza sin ningún tipo de información. La tirada era ridícula, pero la ilusión que le hizo al muchacho ver su música editada le animó a tocar en multitud de fiestas y bailes de instituto. Para ello tuvo que hacerse con un grupo de apoyo, sus amigos The Rockaways, una pandilla de adolescentes, compañero de su instituto, entre los que se encontraba su hermana tocando las maracas. Con el dinero que ahorraron y pusieron entre todos se financiaron un nuevo disco. Llevaba el espléndido rockabilly "Jennie Lou" por la cara A y en la B un tema instrumental de Los Rockaways, "Rampage", este ligeramente influido por la música surf. El disco era tan bueno que los de discos King, de Cincinnati, se ofrecieron a imprimirlo en mayores cantidades y a distribuirlo. Agradecidos, los chicos compusieron "Cincinnati rock", editada de la misma manera que la anterior, es decir, financiada la grabación por ellos mismos, pero distribuida por King y con un tema instrumental en la cara B. Exactamente lo mismo pasaría con el siguiente single, "Tell me baby" (1963), pero a pesar de todos los esfuerzos y de la calidad de los temas, Nash no consiguió triunfar fuera de los círculos rockers del sur de Ohio. No es de extrañar, el salvaje rockabilly que hacía era ya un anacronismo. Lo que es sí es más raro es que hoy día no sea considerado uno de los grandes mitos del género, por su pasión, calidad y fidelidad a los principios del rockabilly tan fuera de tiempo. Los Rockaways, impacientes, se disolvieron, pero Nash, inasequible al desaliento, se trasladó a Tennessee, donde el sello Do-Re-Me se ofreció a editarle, aunque alterando un poco su nombre artístico, ahora a Cliffie Nash. Sus dos singles con ellos también son maravillosos: "No time for sisters", con una bonita balada cincuentera en la cara B, y una reedición del "Jennie Lou" -no precisamente atemperada- con otro gran tema en la cara opuesta. Tampoco triunfó Nash en esta ocasión y, aunque siguió tocando un tiempo en clubs, decidió retirarse de la música y se le pierde la pista.
Músicos: Cliff Nash (voz y guitarra acústica) y The Rockaways.
"Tell me why".
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