Cuando se veía ya claramente que el rock and roll era un filón comercial enorme y que dejaría obsoletos otros ritmos en cuestión de semanas, fueron muchos los artistas que se pasaron a él con tal de seguir en, o subir a, la cresta de la ola. Esto sucedió en todos los paises occidentales, y Méjico no iba a ser la excepción, destacando por encima de todas en esta argucia, María Eugenia Rubio. Es importante hacerle justicia al decir que una vez que se pasó al rock and roll lo hizo con ganas y no malas maneras, permaneciendo fiel al género, al contrario que otras aprovechadas con menos escrúpulos contemporaneas a ella (Las Hermanas Jiménez -que hicieron de coros suyos después-, Queta Garay, Las Hermanas Julian o Las Hermanas Navallo). Rubio era una cantante de boleros (hermana de un famoso cómico, Stanislao Shylinsky) de principios de los años 50 que no tuvo demasiado éxito y que decidió cambiar de tercio a finales de la década a ver si por ahí sonaba la flauta. Lo hizo con fortuna, imprimiendo su estilo personal a base de tartamudeos e hipos (por otra parte tan habituales en el rockabilly). Los de discos Orfeón pusieron sus ojos en ella, promocionándola a base de bien, invitándola una semana sí y la otra también a su popular programa radiofónico de los viernes "Orfeón a go-gó". Ello derivó en la edición de un álbum que llevaba una de sus canciones más representativas, y mejores, "Cándida" (1961). Fue tal el éxito que la contrataron incluso para una serie de películas que promocionaban el rock y ese sub-estilo de vida entre la juventud (en sus films, bastante edulcorado): "Jóvenes y rebeldes", "A ritmo de twist" y "Las hijas del Amapolo". Su segundo larga duración deriva claramente hacia el high school y los bailes de moda rockeros, pero aun se pueden encontrar grandes joyas como el twist "Prende una mechita" (1962). Pasado este primer momento "rebelde" se recicló rapidamente hacia las baladas, olvidando cualquier atisbo de la sensualidad que pretendía transmitir (y no siempre conseguía) en sus momentos más rockeros. Ahora ponía voz de niña tonta e inocente y las letras de las canciones eran de lo más idiota y simple que imaginarte puedas. Consiguió con estos no malos contratos en televisión, como una especie de ñoña presentadora-cantante para todos los públicos. También se re-convirtió en una baladista adscrita, en
cierto modo al estilo vocal de los grupos de chicas, con cierta
influencia ye-yé y siguió haciendo actuaciones televisivas consiguiendo
no ser del todo olvidada. Paralelamente trató de encauzar su carrera en el cine como una actriz seria, apareciendo en el drama "El hijo de Huracán Ramírez" (1966). Pero nada de esto resultó bien del todo y se retiro del mundo del espectáculo ya en los años 70, instalándose en Acapulco, donde llevó una vida familiar hasta su fallecimiento a causa de un infarto a los 80 años de edad.
Músicos: María Eugenia Rubio (voz) y las Hermanas Jiménez (coros).
"Cándida" en la película "A ritmo de twist".
1 comentario:
Simplemente era una cantante de apariencia agradable y simpática voz que gustò y triunfó sobre todo entre el público femenino.
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