jueves, 21 de octubre de 2010

Tupé

El símbolo más distintivo del rocker, la prolongación capilar de su alma, la mata de pelo que se extiende bastante más allá de su cerebro, es un orgullo que, solo el inexorable transcurso del tiempo puede extinguir en la cabezota de los más irreductibles y auténticos. Aunque ya a los primeros swingers de los años 40 les dio por dejarse el flequillo algo largo, como tímida muestra de distanciamiento mental con respecto a sus mayores y como el resabio de una costumbre adquirida en el ejército (solo podían llevar el pelo sin rapar bajo la gorra), fueron los primeros rockers y teddy-boys los que llevaron al extremo esta demostración de rebeldía y provocación hacia la sociedad adulta en los primeros años 50. Y es que por aquel entonces tanto los maduros como los niños pijos llevaban el pelo muy corto, sin patillas y rapado por detrás. Los teddy boys, en Inglaterra, incorporaron el tupé a su estética eduardiana, de forma un tanto anacrónica, que junto con las patillas que lucían (esta vez si bien adoptadas de los principios del siglo XX) les confirieron su aspecto característico, elegante y amenazador a un tiempo. Con el paso de los años, los teddys exagerarían el tamaño de sus tupés y patillas hasta el extremo. Tanto en Europa como en Estados Unidos empezaron a surgir motoristas enfundados en cuero, rockeros que también tomaron el tupé como una de sus firmas estéticas más personales. Claro está que siempre maltratado por polvo, grasa y por la deformación provocada por el cubrimiento que cada uno hubiera optado, ya fueran gorras de marino, cascos nazis o chichoneras de rugby (cuando llegara la obligatoriedad del casco integral todo esto se acentuaría). De ahí, y para domar ciertos rizos incontrolables, vino la aplicación en cantidades industriales de brillantina o gomina, lo que les valió durante un tiempo el apelativo despectivo de greasers (pues grease significa brillantina pero también grasa), y la adopción del peine como elemento indispensable y distintivo que ha de llevarse siempre en el bolsillo trasero, y a poder ser que se vea, útil costumbre que aún persiste. Y es que los mods, los 40 principales y el viento siguen siendo los mayores enemigos del rocker de pro.
La llegada de las grandes estrellas del rock & roll auténticamente rockers inmortalizó no sólo la música que tanto amamos, sino también familiarizó al gran público con el tupé como signo de alguien amante de ella y que desprecia a todo aquel que no la adore. En su momento fue un mazazo en las mentes más conservadoras y casi un insulto. Con algo de orgullo he de decir que aún lo es para mucha gente, que se vuelve a mirar o critica sin saber. Elvis fue el primero llamar la atención del mundo con su provocador peinado, lo que encendió vivas polémicas, y convirtió el tupé en un arte. Hay paganos que se asombran cuando descubren que Elvis nació en Tupelo y, o se lo toman a risa o creen que la palabra tupé viene de ahí. Se trata tan solo de una casualidad, y si, bastante graciosa. La realidad es que la palabra no se usa nada más que en español. Los anglosajones, por su parte, usaban al principio la palabra comb / peine (un cardado del flequillo, en el lenguaje de los peluqueros), luego pompadour (por el espectacular estilo de peinado barroco francés homónimo) y finalmente quiff (cresta) o ducktail (cola de pato), mientras que para ellos la palabra tupé (escrito toupée) se refiere más bien a un peluquín. Los franceses, en cambio, no usan ni la palabra pompadour ni tupé (aunque viene del francés toupet) sino, la mayoría de las veces la palabra jopo, aunque últimamente y merced a esa globalización que afecta a todo, incluso al mundo rocker, y que esperamos no nos llegué jamás (a pesar de algunos), muchos nuevos cachorros del rock & roll empiezan a llamarle quiff también. Hecha esta digresión etimológica, volvamos a la historia. El perfecto tupé de Elvis marcó la pauta, pero había una diversificación de estilos entre los primeros grandes ídolos del rock que no solo nos informaban de cual era su estructura capilar sino también su carácter. Así, el tupé de Gene Vincent o Jerry Lee Lewis permanecía indomable y salvaje, como ellos, los de Esquerita o Little Richard eran caricaturas, hipérboles ridículas que demostraban su sentido del humor y egocentrismo, mientras que el pequeño de Ritchie Valens dejaba entrever su timidez. Cuando el rock and roll pasó su época de esplendor más salvaje, los nuevos teen idols suavizaron su imagen para ampliar su público a niñas y padres pareciendo menos malos, y el primero en pagarlo fue nuestro querido peinado, que fue perdiendo altura, densidad y patillas. Cuando los auténticos rockeros desparecieron de las primera planas durante todos los años 60 los tupés sólo se mantuvieron en los corazones y las cabezas de los fervientes seguidores de un estilo que ahora prácticamente vivía en la clandestinidad, ante la invasión del pop y peinados de cazo al principio y de la psicodelia y otros estilos afines, con sus melenas, después. Los años finales de los 70 y principios de los 80 trajeron un renacimiento rockabilly que se vivió con furor y entusiasmo, tanto musical como estéticamente y claro, el tupé debía ser el buque insignia a falta de ningún otro tipo de aditamento al alcance de nuestros bolsillos. Los cardados y la laca fueron esenciales para muchos rockers en aquellos años y me temo que en parte culpables de la desaparición de la capa de ozono. Otros optaban por sujeciones todavía más cutres como el limón e incluso la pasta dentrífica (¿Eh Conde?), tal era la falta de verdadero material en aquellos gloriosos tiempos. También empezó a surgir poco después el tangencial movimiento psicobilly, que, por influencias del punk y el cómic, y con bastante sentido del humor y poca vergüenza, raparon sus cabezas dejando en ellas solo unos tupés inmensos, inexplicablemente sostenidos en el aire, y muchas veces tintados de chillones colores. Eran momentos en que debías soportar que le llamaran a tu pelo copete, kiriki, penacho o moña, con mayor o menor cariño y aguantar carros y carretas o, según el humor del día, meterte en una pelea a cada paso. Muchos de los nuevos y viejos rockers, algunos de ellos integrantes del pseudo-movimiento hep-cat (por favor, no quiero empezar más polémicas sobre el término) han optado por el camino más corto, engominándose el pelo hacia atrás y dejando el cogote pelado, con lo que el tupé ha perdido algunos seguidores dentro de nuestro mundo de forma algo inexplicable. Esperemos que solo sea una moda. Pero como decíamos al principio, el tiempo transcurre para todos y la alopecia está siempre amenazante a la vuelta de la esquina. Ignoramos que hacen los gobiernos que no dedican todos sus recursos a paliar esta horrible pandemia, mucho peor que el SIDA. Mientras algún futuro y heroico ganador del Nobel de medicina no descubra un remedio tenemos que conformarnos con los apaños de costumbre: Ya que el bisoñé parece una solución bastante indigna, sobre todo en días de viento, y que el implante de cabello no está al alcance de cualquier cuenta corriente, pañuelos y gorros vaqueros parecen el único remedio barato. Bastará con decir que ahora nos gusta mucho más el country y el western swing. El hacerse skin, caso que conozco, no parece muy coherente por más que en sus interiores siempre latiera el corazón de un nacional-socialista. Perded toda esperanza en la ciencia actual, el crecepelo no existe, no importa que te masajees el cuero cabelludo, que te pongas gorro de ducha o que uses loción ultra-glue. Un tupé majestuoso no volverá a salir... a no ser que no te importe que también te salgan tetas.

"Nena, no me toques más el tupé" (56 Hamburguesas).

6 comentarios:

Santiago Penagos dijo...

jejejejeje, genial como siempre.

Jukebox Johnny dijo...

Juas,juas, muy bueno Jesus.
Los americanos tambien llamaban al tupe, cola de pato, como muy bien cantaba Ruddy Grayzell en su tema màs famoso "Ducktail" donde venia a decir que no te metieras con su cola de pato o si no tendrias problemas.
Es un verdadero placer seguirte, nos informas y nos diviertes.
Un abrazo.

Rocky dijo...

Felicidades Jesus. Como siempre, una maravilla leerte...un abrazo

Jesus el Rocker dijo...

Gracias amigos, hacia tiempo que no sabía de vosotros. Un abrazo.

Natan dijo...

Jesus, te leo pro primera vez y de pura casualidad! Increíble Blog!!! felicidades por este gran trabajo de preservación amor pasión e investigación.

Jesus el Rocker dijo...

Gracias Natan, me alegro te guste. Espero leerte más por aquí.
Un abrazo
Jesús