jueves, 19 de junio de 2008

Películas de Elvis

Ilusionado por convertirse en un nuevo James Dean, que acababa de fallecer, Elvis se entregó a su carrera cinematográfica casi con más ganas que a la musical en sus primeros momentos, haciéndolo realmente bien en las pruebas de Hollywood, aunque reacio ante algunos papeles que le ofrecían que no le pegaban ni con cola. Su manager, el Coronel Parker, se negó rotundamente a que apareciese en la gran obra promocional del rock and roll, "La chica no pude remediarlo" (vease en este diccionario), porque compartiría protagonismo con todas las otras grandes estrellas del primigenio rock. Su debut cinematográfico lo hizo entonces, en ese mismo año de 1956, con "Amame tiernamente" (Robert D. Webb). Originalmente concebido como un western al uso, ambientado en la post-guerra de Secesión, que debía llamarse "Los hermanos Reno", se transformó poco a poco en un vehículo para el lucimiento del Rey (a pesar de que su papel era secundario) con cuatro anacrónicas canciones, entre ellas "Love me tender". Elvis acogió con ilusión su nueva faceta (aunque no le gustaba morir en su primer papel, y se hizo un final alternativo, por si acaso) y se aprendió los diálogos de todos de memoria. Como resultado de ello recogió buenas críticas y el film fue el más taquillero del año después de "Gigante", la obra póstuma de su adorado Dean. Tras irse al traste un proyecto para incluir a Elvis en la primera película surf, "Gidget" (que le hubiera convertido también en pionero del género), en 1957 filmó su primera película en color, "Loving you" (Hal Kanter), un film ligeramente autobiográfico solo apto para fans del rock and roll ya que, ahora si, se trata claramente de un musical (parodiado luego ampliamente en "Top Secret!") con canciones clásicas del género como "Party", "Blueberry Hill" o "Teddy Bear" y con un Elvis vestido más rocker de lo que nunca aparecerá, que incluso pilota un hot-rod. Aunque la peli es buena, no cosechó buenas críticas ("un paso en falso en la carrera de Presley") y llegó tan solo a la séptima más taquillera del año. Vista con perspectiva histórica, tiene el atractivo añadido de que aparecen Scotty, Bill y D.J. Fontana, músicos originales de Elvis, como sus compañeros de banda, y que incluso podemos ver a sus padres entre el público. Pocos meses después se estrenaba su tercera y más conocida película, "El rock de la cárcel" (Richard Thorpe), tras una operación publicitaria sin precedentes y con un salario para Elvis de 250.000 dólares más un porcentaje de taquilla. Esto del porcentaje, que hoy es práctica habitual entre las grandes estrellas, era entonces inaudito. La película, mitad musical - mitad cine negro, es bastante buena, no solo por la excelente banda sonora (que incluye no solo la canción que da título al film, sino también otras como "Baby, I don´t care" o "I want to be free") sino por un argumento sólido dirigido a inflamar la rebeldía juvenil. La cosa va de un chico que mata a otro accidentalmente en una pelea y debe ir a prisión. Su compañero de celda, un ex-cantante country, le enseña a tocar la guitarra. Lo malo es que al salir de prisión este le intentara cobrar el favor al chico, ya convertido en estrella del rock. La peli fue un inmenso éxito mundial y cimentó la inmensa fortuna personal del cantante. El lado negativo es que la protagonista femenina, Judy Tyler, murió en accidente de tráfico justo antes del estreno del film, por lo que el Rey, triste, no quiso ver nunca esta cinta. En 1958 vendría la que es, sin duda, la mejor película de Elvis: "El barrio contra mi". No es de extrañar, pues para consolidar su carrera se contrataron los mejores guionistas, el mejor director posible (Michael Curtiz) y se dotó al film de un reparto de lujo (aparte de Elvis actúan Walter Matthau, Dolores Hart y Carolyn Jones) y una banda sonora sensacional, de las mejores de la historia ("King Creole", "Dixieland rock", "Trouble", "Hard headed woman", "Lover doll", etc.). Cercana en argumento a las películas de adolescentes rebeldes de esa época, tales como "Semilla de Maldad" o "Rebelde sin Causa", las supera ampliamente insertándose claramente en el cine negro. Trata sobre un guapo y talentoso, pero problemático, muchacho que se ve envuelto en líos con mujeres, con pandilleros y con la mafia sin ser culpa suya. La peli fue un éxito mundial y Elvis llevaba camino de convertirse en un gran actor, por desgracia su marcha a la mili truncó estas aspiraciones. Así fue, durante el servicio militar tuvo que hacer una película que, aunque entretenida, no es más que un proselitismo descarado de la supuesta camaradería del ejercito para así atraer reclutas. Se trata de "G.I. Blues" (Norman Taurog, 1960), que cuenta con una buena banda sonora que llegó al número uno de la listas (incluye "Blue Jesús" y "Corazón de madera", mis dos mayores éxitos) y fue un exitazo de taquilla. De todas formas se empieza a suavizar su imagen, haciéndole compartir dos tiernas escenas con niños y promocionando el film como "Vean y oigan al nuevo Elvis. El ídolo de los jóvenes es ahora el ídolo de la familia". A continuación hizo un western, que hubiera sido bueno si el Rey se hubiera entendido mejor con el genial director Don Siegel, "Estrella de fuego" (1960), donde solo canta una canción ("A cane and a high starched collar") y viniendo a cuento; y un drama intimista, "El indómito" (Phillip Dunne, 1961), junto a Hope Lange en el cual solo cantaba si la ocasión lo requería (entre ellas la canción "Surrender"), consiguiendo una de las mejores actuaciones de su carrera. Aun así eran películas algo pedantes que se alejaban del espíritu hedonista del rock y el Coronel, manager de Elvis, decidió cambiar aquello radicalmente. Las películas debían transmitir a partir de ahora alegría sin pretensiones, y, comprometido a ello, firmó un contrató draconiano para que hiciese una cantidad descomunal de estos films, y sin escapatoria, lo cual de paso le alejaría de los escenarios durante una década. De esta manera surge "Amor en Hawaii" (Norman Taurog, 1961), que a pesar de ser una película divertida, comercial (la segunda más taquillera del año), publicitaria (Hawaii se había convertido en el estado número 50 de EEUU solo dos años antes, y había que festejarlo y promocionarlo) y con una banda sonora mítica que llegó al número uno de las listas ("Rock-a-hula baby", "Blue Hawaii", "Can´t help falling in love", "Beach boy blues", etc.), significa la ruptura con su anterior filmografía para comenzar una larga ristra de edulcoradas comedietas en las que el Rey se aleja bastante de su espíritu rebelde inicial (aunque siempre ganaron dinero, haciendo decir al poderoso productor Hal Wallis que "lo único seguro en Hollywood es una pelicula de Presley"). De todas formas, en  la vida privada, supuso la inmersión del Rey y su cohorte en la vida desenfrenada de Hollywood, manteniendo relaciones prácticamente con todas sus partenaires a partir de entonces. No está nada mal, a pesar de su mediocre banda sonora, "Persigue tus sueños" (Gordon Douglas, 1962), aunque mejor hubiera hecho en interesarse más en su otro proyecto de aquellos días, "Piel de serpiente" (que luego haría con gran éxito su adorado Marlon Brando). "Piso de lona" (Phil Karlson, 1962) es un remake musical de un film negro sobre el aspecto más corrupto del boxeo (Elvis da el tipo como pugilista, no en vano estaba poniéndose en forma con clases de karate) de un film anterior del gran Michael Curtiz. Al lado de la obra del maestro la cinta es ridícula, si la vemos sin comparar es simpática y entretenida (destacar la escena en la que canta, y todos bailan, el twist "I got lucky") y Charles Bronson tiene un papel protagonista. "Chicas, chicas, chicas" (Norman Taurog, 1962) tiene un excelente guión de Edward Anhalt (que ganó el Óscar dos años después por "Becket") y una banda sonora sobresaliente que incluía la canción que da título al film y, el desde entonces clásico, "Return to sender" (bailado por Elvis al estilo Jackie Wilson como respuesta a las imitaciones de él que hacía este), cerrando su última serie seguida de películas dignas. A partir de aquí la hecatombe: "Puños y lágrimas" (Taurog, 1963) es una tontería publicitaria de la feria mundial de Seattle (descubrid aquí a un Kurt Russell niño dando una patada en la espinilla a Elvis); "El ídolo de Acapulco" (Richard Thorpe, 1963) es una de las peores películas de la historia, con una banda sonora penosa, sin cuidarse lo más mínimo los detalles (se tira al mar desde 50 metros como los picados de allí y no solo no se despeina, sino que sale seco) y con un Elvis desganado y resignado a su suerte, aunque le ilusionó un tiempo el aprender español (hasta que el coronel le informó que no iría a Méjico a rodar, sino que se haría en estudio); Tras rechazarse hacer "Your cheatin´heart", una biografía de Hank Williams (que hubiera resultado digna de ver), vino "Primo querido" (Gene Nelson, 1964), que es una estupidez melosa de ambiente hillbilly en la que Elvis da vida a dos personajes, uno rubio y uno moreno y que dio comienzo a los films que debían rodarse en quince días a lo sumo para ahorrar costes (con las consecuencias previsibles); "Cita en Las Vegas" (George Sidney, 1964) esta bastante por encima de la media de calidad de esta época, sobre todo por la banda sonora ("Viva Las Vegas", "C´om everybody", "What´d I say", etc.) y por la refrescante presencia de esa preciosidad sueca llamada Ann-Margret, pero por desgracia el final es precipitado y ridículo; "El trotamundos" (John Rich, 1964), en ciertos aspectos una biografía del Coronel Parker, se deja ver con simpatía pues Elvis interpreta a un rocker motorizado, con chaqueta de cuero y sin rumbo que recala en una feria para cantar algunos temas inolvidables (¡Y que momento cuando Wilda Taylor baila "Little Egypt"!), y además sale la gran Barbara Stanwick; "Loco por las muchachas" (Boris Sagal, 1965) es otra olvidable comedieta para su lucimiento que hizo avergonzarse a Elvis de tal forma que pidió que su voz sonara más baja en las mezclas; "Tickle me" (Taurog, 1965) no incluía canciones nuevas, sino antiguos temas del rey, principal y casi única baza del film; y "A lo loco" (Gene Nelson, 1965) que es el punto más bajo de su carrera cinematográfica, un bodrio en el que Presley hace incluso un poco el ridículo vestido a lo Rodolfo Valentino (regaló una foto firmada al director con la frase: "Algún día acertaremos"). A partir de aquí, dado que no se les ocurría nada peor, hay algunos films más dignos: En "Frankie y Johnny" (Frederick De Cordova, 1966) Elvis da bastante bien el tipo de caballero tahur del Mississippi y canta algunas excelentes canciones, como la que da título al film; "Paraiso hawaiano" (Michael D. Moore, 1966) es una puta mierda pero con un puñado de buenas canciones; "Mi regalo de cumpleaños" (Taurog, 1966) hubiera merecido más medios pues, aunque no os lo creáis antes de verla, posee una de las mejores bandas sonoras de todas las películas de los años 60 ("Spinout", "Stop, look and listen", "I´ll be back", etc.); "Como viene, se va" (Rich, 1967) es bastante entretenida y con buenos temas aunque se empieza a notar el sobrepeso y la desgana del rey, incluyendo incluso el insulto subliminal a sus nuevas creencias orientales que es el pésimo tema "Yoga is as yoga does" (uno de los momentos más ridículos de su carrera); "Doble problema" (Taurog, 1967) mostraba que el entendimiento entre actor y director tras tantas colaboraciones era capaz de salvar por los pelos un guión idiota basado en la confusión de identidades; en "Cambalache" (Arthur H. Nadel, 1967) se trata el mismo tema pero de forma muy inferior; y en "Stay away Joe" (Peter Tewksbury, 1968) interpreta a un mestizo profesional del rodeo y debía tener cierta sátira social y profundidad, aunque el hecho de que deba cantarle a un toro (Elvis incluso suplicó no tener que hacerlo) no ayuda precisamente; El ciclo se cierra con "Pista de carreras" (Taurog, 1968) donde ha de relanzar al estrellato a Nancy Sinatra mientras hace de piloto de carreras por cuarta vez. La banda sonora no está mal, aunque se resiente del exceso de la chirriante voz de la protagonista, pero la ambientación es adecuadamente ye-yé y, por tanto, curiosa y kitsch.. Pero en 1968 Elvis hace su triunfal regreso como rey del rock gracias a un especial de televisión y ahora su carrera cinematográfica solo se ve como un lastre para su reconquistado trono musical. Pero hay que cumplir contratos, aunque ahora le preparan mejores y más audaces films, no quieren que la renacida estrella se les vaya de las manos, así se ruedan "Live a little, love a little" (Taurog, 1968) donde Elvis interpreta un rol más duro o cómico, según los momentos, con escena de cama y tacos incluida, aunque la falta de ritmo la arruina totalmente; "Charro" (Charles Marquis Warren, 1968) era un duro western estilo europeo y no musical donde podemos ver a Elvis con barba pero que se vio destrozado en la sala de montaje por recortes arbitrarios y pacatos; "Mis problemas con las mujeres" (Tewksbury, 1969), donde lucía un aspecto espléndido; y "Cambio de hábito" (William A. Graham, 1969), donde se eliminaron algunas escenas escandalosas relacionadas con monjas, y más profundas (a pesar del interés postrer de Elvis), que hacen que se de cuenta que los productores no se toman su carrera en serio y los manda a todos a tomar por saco. A partir de aquí su único contacto con la pantalla grande serían sus apariciones estelares en documentales donde era el protagonista, sobre todo los oficiales "Elvis: Así es como es" (Denis Sanders, 1970), una confusa mezcolanza de trozos de conciertos, ensayos entre bromas y opiniones de fans (usando la insoportable técnica, muy de moda entonces, de la pantalla dividida) y "Elvis on tour" (Bob Abel y Pierre Adidge, 1972), que contenía una sincera entrevista con Elvis en la que expresaba su disgusto por la carrera cinematográfica que le habían obligado a llevar. Fueron sus últimos momentos lúcidos en público y es triste observar como sus deseos, expresados aquí, de volver a vivir una filmografía decente se vinieron abajo no ya solo por los responsables de ello que le rodeaban, sino también por su propia locura. Así, cuando ideó producir un film por cuenta propia, ya en 1974, se le ocurrió que fuera una absurda película de kárate (de la que se llegaron a grabar algunas escenas) llamada "New Gladiators", haciendo desistir a un desconcertado director, Rick Husky, que quería relanzar la carrera de Elvis antes de conocerle en persona. Las escenas que se rodaron no solo dan muestra de lo horrible que hubiera sido, sino que son el peor ejemplo del estado mental de Elvis en esa época, colocado, endiosado creyéndose un genial karateca, y rodeado por una cohorte de cobistas que le destrozaron totalmente. La última oportunidad llegó en 1975, cuando Barbra Streisand quiso fichar a Elvis como su co-protagonista en una nueva versión, musical ahora, de "Ha nacido una estrella". Pero el coronel se opuso radicalmente, esgrimiendo que la cantante querría usar a Presley solo como comparsa perdedor para su propio lucimiento... y conociendo a la Streisand creo que esta vez el astuto manager tenía razón. Otro proyecto del citado productor Wallis que, lamentablemente, no terminaba de cuajar fue su idea de emparejar en un western a Elvis con John Wayne. La muerte de ambos poco después dio al traste con estas idea de forma definitiva.

Una de las más inolvidables escenas de "El barrio contra mi".

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