Su madre era una actriz de teatro aficionada que metió el gusanillo de la interpretación al pequeño Marlon. Fue un adolescente rebelde, expulsado de varios colegios, por lo que su padre lo envió a una academia militar de donde lo expulsaron igualmente. Así pues no tuvo más remedio que acceder a enviarlo a Nueva York para que estudiara arte dramático. Lo haría nada menos que en el Actor´s Studio de Lee Strasberg, donde llegaría a ser el mejor exponente de su famoso Método de interpretación. Empezó actuando en pequeñas obras sin importancia pero poco a poco se fue abriendo camino en Broadway hasta que en 1949 hizo el papel protagonista en la obra de Tennessee Williams "Un tranvia llamado deseo", dirigida por Elia Kazan. Los críticos quedaron asombrados por la increible actuación del chico por lo que todos los cazatalentos de Hollywood se volvieron hacia él. De esta forma debutó en el cine con "The Men" (1950) , donde interpreta a un soldado minusválido. Fiel al Método pasó un mes en un hospital militar para preparar su papel, algo que haría en la mayoría de sus películas. Ya desde esta primera película Brando manifestó una falta de interés total por las convenciones de la industria cinematográfica, actuando según su propio criterio y convirtiendos en el rebelde y perpetuo enfant terrible del cine. En 1951 Kazan llevó al cine "Un tranvia llamado deseo" y, por supuesto, eligió a Brando para el papel de Stanley, un joven apuesto pero rudo y violento. Su aparición en camiseta hizo que se dispararan las ventas de esta prenda y los críticos le encumbraron al estrellato, asi como la academia, que le nominó al oscar. Las interpretaciones memorables de personajes rebeldes e incorformistas continuaron los años siguientes. En "¡Viva Zapata!" (Kazan, 1952) interpretó al gran revolucionario mejicano, en "Julio Cesar" (Mankiewicz, 1953) hizo el mejor Marco Antonio que se recuerda, en "Salvaje" (Steve Williams, 1954) es el lider de una panda de moteros, un proto-rocker cuya imagen de chupa de cuero, camiseta y gorra marinera, botas y dobladillo en los pantalones ha sido y es imitada hasta la saciedad, pero a nadie le quedaba tan bien como a él. Por "La ley del silencio" (Kazan, 1954), donde interpreta a un ex-boxeador sonado que trabaja para unos gangsters, le fue concedido el oscar finalmente. En el resto de sus películas de los años 50 su actuación peca de cierta afectación pero siempre con un sello de indiscutible calidad, como en "Desireé" (Henry Koster, 1954) donde hace de Napoleón, "Sayonara" (Joshua Logan, 1957) o el drama sureño de Tennessee Williams "Piel de serpiente" (Sidney Lumet, 1959) donde Brando viste una provocadora chaqueta de piel de ofidio, anticipandose en muchos años a, la por otra parte mucho más rockera, "Corazón salvaje". En los años su nivel interpretativo decayó por falta de interes despues de "El rostro impenetrable" (1961), un western psicológico que fue la única película que dirigió. Durante el rodaje de la magnífica "Rebelión a bordo" (Lewis Milestone, 1962) , donde interpreta al amotinado Fletcher Christian, conoció a la tahitiana Tarita que se convertiría en su tercera mujer, con la que tuvo a su hija Cheyenne. Se convirtió en un actor con fama de dificil por lo que empezaron a escasearle los papeles de calidad, sumergiendose en una mediocridad a la que su propio caracter rebelde le había abocado. Por suerte para todos Francis Ford Coppola lo recuperó para interpretar al capo mafioso Don Vito Corleone en "El Padrino" (1972). Consiguió, merecidamente, el oscar pero Brando envió a recogerlo en su lugar a una joven india que soltó un discurso en contra del tratamiento que recibía su raza. Esta actitud hizo que los productores siguieran sin contar con él demasiado excepto para pequeños papeles que le reportaban, eso si, multimillonarios ingresos. Tal ocurrió en "Superman" (Richard Donner, 1978) o "Apocalypse now" (Coppola, 1979). Desde entonces pretendió vivir retirado en la isla que pudo comprarse en Tahiti, tratando de olvidar el negocio que ahora tanto despreciaba. Sin embargo, en 1990, su hijo Christian mató de un tiro al marido de Cheyenne porque la maltrataba. Brando gastó toda su fortuna en abogados (y quién sabe que más) para ayudar a su hijo. Lo consiguió pues solo pasó seis años en prisión pero, arruinado, se vió obligado a trabajar sin descanso en películas que no le gustaban mucho ("El novato", "Cristobal Colón: El Descubrimiento", "Don Juan DeMarco", "La isla del Doctor Moreau"...). Su lucha no sirvió de nada, su querida Cheyenne terminó suicidandose por todo lo vivido y Brando perdió las ganas de vivir, convirtiendose en una sombra de si mismo, gordo y triste, hasta su muerte por fibrosis pulmonar en 2004.
Prueba de Brando para "Rebelde sin causa" que también le venía al pelo y que finalmente hizo James Dean.
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