Los himnos religiosos cristianos ya existían en Europa desde la Alta Edad Media, generalmente cantados en los conventos y, en menor medida en las iglesias. La Reforma Protestante y la Contra-Reforma rivalizaron en poner trabas a los cánticos en los lugares religiosos, considérandolos poco menos que blasfemos en determinados momentos, conservándose la música religiosa casi solo en partituras. En la década de 1730 hubo una tendencia cristiana llamada El Gran Despertar, que clamaba por la reimplantación de los himnos como parte fundamental de la misa y como la mejor forma de mostrar la exaltación religiosa de los fieles. Este movimiento, por supuesto, también llegó a América, donde los negros esclavos mezclaron estos himnos con sus propios cánticos africanos, que no cantaban tanto en la iglesia como en las plantaciones o en sus lugares de trabajo, adaptando los relatos de la Biblia a sus propias penurias como una especie de terapia. Eran los conocidos como Cánticos Espirituales, de los cuales pronto cobrarían fama como mejores intérpretes Los Fisk Jubilee Singers, que llegaron a salir de gira por Europa. En Estados Unidos, el final de la Guerra de Secesión (1865) y la libertad de los esclavos no trajo sino segregación,persecución y racismo, y nuevos motivos para sus cánticos. Cuando los negros estadounidenses empezasen a desarrollar sus nuevos estilos de música en los años 20, como el blues o el jazz, mucho más animadas, la influencia en su música religiosa también fue definitiva, así como la expansión de religiones protestantes como el evangelismo, muy dado a la exageración de los sentimientos, a la musicalidad aparentemente alegre, y al baile. Los evangelistas (y luego otros protestantes) adoptaron una vieja costumbre africana llamada El Grito, que consistía en que en medio de la ceremonia se apartaban los bancos hasta la pared, sed hacía un círculo, se ponían a cantar y dar palmas casi en éxtasis, y luego aprovechaban el círculo central como pista de baile. Esta mezcla de temas del evangelio (gospel) con música más profana dio lugar al género que se llamó gospel, aposentado con todas sus características en los años 30. Aunque un género casi exclusivamente negro, suele incluirse también la música religiosa compuesta y cantada por cantantes cristianos sureños, independientemente de su raza. Y es que en realidad, aunque los negros demostrasen más ritmo, era un canto destinado a invitar a las personas hacia Dios a través de sus letras, que reflejaban una vida Cristiana y entregada al Señor. Sin embargo algunos intérpretes llevaron al límite este tipo de música más adelante, electrificando su sonido y haciendo algunos movimientos sensuales de más que levantaron la voz de alarma en muchos hombres de Dios, en un tipo de baile que empezó a llamarse hootchy-koo. Tal fue el caso de Los Statesmen, cuyo público femenino más parecía un grupo de adolescentes histéricas ante un astro del pop actual que unas pacatas feligresas, y que dieron lugar, junto a otras bandas como los Miracle Men, a la derivación conocida como gospel-boogie (otros de cuyos máximos representantes fueron los Blackwood Brothers, que fallecieron en accidente de avión en 1954 y a cuyo entierro asistió, lloroso, su paisano Elvis). La fuerte división entre blancos y negros en EE.UU., especialmente entre iglesias de blancos y de negros, ha mantenido separadas ambas ramas del gospel, aunque esta separación nunca fue absoluta (ambas parten de los himnos metodistas y los artistas de una tradición cantan a veces canciones de la otra), y ha disminuido ligeramente en el último medio siglo. En ambas tradiciones, algunos intérpretes, como Mahalia Jackson, se han limitado a actuar sólo en contextos religiosos, mientras que otros, como el Golden Gate Quartet, el Reverendo Timothy Wright, Della Reese y Clara Ward, lo han hecho en otros lugares, incluyendo clubes nocturnos. Muchos hacían música tanto religiosa como secular, como Al Green o Solomon Burke. El gospel tradicional es interpretado por un coro, con uno o varios solistas, acompañado solo por un órgano o por un piano. Sin embargo es más popular el gospel instrumental, cantado por un solista acompañado por todo tipo de instrumentos. El propio Elvis (uno de cuyos grupos preferidos y que le influyeron mucho fueron, precisamente, Los Statemen) dedicó cuatro albumes monográficos a este estilo musical en su versión moderna (y cuyo padre fue Thomas A. Dorsey), más que a cualquier otro estilo de música fuera del rock & roll, convirtiéndose, como no, en uno de sus mejores interpretes.
Un clásico coro gospel (el Celebration de Quebec, Canadá, acompañados por Sylvia Desgroseilliers a la voz solista) canta una de sus canciones más representativas, el "Oh happy day!".
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