jueves, 17 de abril de 2008

Chuck Berry (San Luís, 1926 - Wentzville, 2017)

Charles Edward Anderson Berry era hijo de un molinero, carpintero y diácono bautista de Missouri, pero el chico no tardaría en descarriarse de las enseñanzas paternas y, nada más terminar el instituto, tuvo que pasar tres años en un reformatorio por allanamiento de morada. Al salir, alterna su vida delictiva (vuelve a ser arrestado por robar un coche con una pistola de juguete) con la práctica de la guitarra. En 1948 se casa y se convierte en padre así que decide sentar la cabeza trabajando en cosas como el ensamblaje de coches o conserje, mientras toma clases de peluquería por las noches. En 1953 era tal la maestría que había alcanzado con la guitarra que decide ganarse un sobresueldo tocando con el trio de baladas de Johnny Johnson y después con la Sir John´s Band o con Joe Alexander & Cubans. Con estos no pasó mucho tiempo antes de que, debido al carisma, sentido del humor y peculiar estilo de Chuck -que ya incluía su peculiar y célebre paso del pato (su particular forma de avanzar por el escenario con una pierna en el aire mientras toca la guitarra)- pasaría a llamarse Chuck Berry´s Combo, mezclando ahora ritmos blancos como el hillbilly con el rhythm & blues de los negros. En todo San Luís solo había una banda capaz de hacerles sombra: la del mítico Ike Turner. Berry, siempre ambicioso, viaja a Chicago y conoce a Muddy Waters (cuyo estilo de blues admiraba) y este le recomienda en su sello Chess donde Berry graba “Maybelline” (1955), una canción sobre un coche en la que aceleraba el típico blues de Chicago hasta convertirlo en un frenético rock & roll, casi en el primer rockabilly. Se convertiría en un éxito inmediato, llegando al primer puesto de las listas de rhythm & blues y al 5 de la generales. A partir de ahí el estrellato: Aparece en cuatro películas sobre rock & roll, inicia multitudinarias giras y graba sensacionales temas como “Roll over Beethoven” (1956), "School days" (número 1 en R&B y 3 en las totales), “Rock and roll music” (1957), “Sweet little sixteen”, “Johnny B. Goode” (1958), "Memphis, Tennessee" (1959) o la secuela "Bye, bye Johnny" (1960) -por citar solo alguno-, verdaderos e inmortales himnos del rock, versioneados hasta la saciedad, éxitos de ventas y en las listas, que le convierten en una de los mayores fenómenos de la historia del rock. Fue la estrella principal del film promocional del rock "Go Johnny, go" y se erigió en el ídolo más querido por los adolescentes pues sus letras hablaban claramente de los problemas de estos. A la vez, era considerado una amenaza y un degenerado por la sociedad más conservadora y por todos los adultos en general, por sus pícaros shows, provocación agravada, según ellos, por su raza. Seguro de si mismo, fue preguntado en una entrevista por sus diez canciones preferidas...y dió diez de las suyas. Pero todo esto se vendría abajo cuando fue detenido por tener trabajando en su club a una apache menor de edad que, al parecer sin que Chuck lo supiera, se dedicaba a la prostitución. Aunque mientras tanto salieron a la luz algunos temas pregrabados, la verdad es que no salió de prisión hasta 1963, cuando el rock and roll clásico apenas interesaba. Pero él, fiel a si mismo, sacó un disco de excelente r´n´r con temas como “You never can tell” (tema este que muchos años después se haría inmortal gracias a una famosa escena de la película “Pulp fiction”), y “No particular place to go” (1964) que le devolvió a los primeros puestos de las listas. Sin embargo cuando dejó discos Chess para irse a Mercury su estilo cambió a peor, experimentando con largas obras instrumentales que no le pegaban nada. Condenado a vagar por los circuitos de viejas glorias sin banda de apoyo, eso si, siendo aclamado como un Dios allá por donde iba, no por eso se desmotivó Chuck y, de regreso ya en Chess, consiguió su primer y único número uno en las listas, su pícara e insoportable oda a la masturbación “My ding a ling” (1973), si bien de esta época es otra obra maestra, "Reelin´ and rockin´". De todas formas los años 70 fueron muy tristes para él, actuando en pauperrimas salas, con cada vez peores bandas de apoyo y con un público cada vez más ignorante. Economicamente no importaba nada, gracias a su sentido de los negocios y a su legendaria tacañeria había amasado una fortuna en bienes inmuebles. En 1979 volvió a tener problemas con la ley, esta vez por evasión de impuestos y solo la intervención de su amigo el presidente yanqui Jimmy Carter (para el que había tocado en exclusiva años atrás) impidió que volviese a prisión, aunque se vió obligado a actuar gratis en multitud de conciertos benéficos. El revival del rock and roll de los años 80 le devolvió a la primera fila brevemente, en parte gracias a un documental sobre él llamado “Hail, hail rock & roll!” y por su atobiografía publicada en 1987. A principios de los 90 volvió a ser arrestado pues parece ser que el muy pícaro instalaba cámaras en los aseos femeninos de su restaurante (algunas fotos de desnudos con chicas también le habían traido problemas, pues alguna de ella aparentaba ser menor de edad). De carácter cambiante, sus actuaciones se hicieron famosas por lo impredecible pues igual echaba a patadas a un, ilusionado en tocar con él, Keith Richards del escenario que invita a cantar con él a nuestro amigo Sebas. Lo mismo se olvidaba de las letras que repetía la canción varias veces. Eso si, siempre divertido, haciendo su paso del pato y sin hacer un puñetero bis. Su delicado estado de salud le relegó a principios del siglo XXI a tocar solo un miércoles de cada dos en su club preferido de San Luis, y cuando se estaba preparando la distribución de su primer disco en décadas falleció de un infarto, a los noventa años de edad, uno de los mayores genios del mundo de la música.
Músicos: Chuck Berry (voz y guitarra), Wayne "Tex" Gabriel y Billy Peek  (guitarra), Willie Dixon, Greg Edick y Gary Van Soyoc (bajo), Jasper Thomas, Rick Frank, Ron Reed y Fred Below (batería), Johnnie Jonson y Adam Ippolito (piano), Stan Bronstein (saxo), Jerome Green (maracas) y la Steve Miller Band.

Johnny, se bueno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El pasado verano tuve la suerte de verlo actuar en el Festival de la Guitarra de Cordoba,sabiamos que ya no daria mucha caña pero es una leyenda y habia que ir a verlo tocar con su vieja Gibson que tuvo que cambiar durante unos minutos por una Stratocaster mientras le ponian cuerdas nuevas.
En su banda estaban ademas de un bajista,un bateria y no se si tambien un steel guitar,su hijo a la guitarra y su hija a la armonica y tambien voz en algunas canciones.
Otra vieja gloria que he visto.
Un saludo desde el Sur:
Tony

Jesus el Rocker dijo...

Si Tony, siempre es un placer verlo aunque cada vez más cascado. La última vez olvidaba las letras y las canciones que ya había cantado, preguntándome a mi en una ocasión, tras mis requerimientos para que interpretase el Johnny B. Goode, "¿Es que no la he cantado aun?". Dado que no necesita el dinero alguién debería aconsejarle que se retirase de los escenarios antes de que su degradación psíquica, inevitable en todos nosotros, se haga evidente.
Un abrazo.