El breakaway era un modo especialmente animado y salvaje que los negros del sur de Estados Unidos tenían de bailar jazz allá por los locos años 20. Lo hacían cogidos de la mano, soltándose solo para girar o dar saltitos a toda velocidad. Era una especie de evolución espídica del charlestón que al mezclarse con el más aceptaddo swing blanco daría lugar en los años 30 al lindy hop. En esta especialidad la pareja, agarrada siempre por una o dos manos, da vueltas sobre si misma dando patadas o saltitos coordinados a la perfección, separándose a veces y volviendo al centro e introduciendo algunas acrobacias, cada vez más espectaculares. El salón de baile Savoy, en Harlem (Nueva York) se convirtió en la meca de este baile, atrayendo a las principales big-bands de swing y a los mejores bailarines a sus concursos. Cuando los hermanos Marx hicieron aparecer a los Whitey´s Lindy Hoppers en su famoso película "Un día en las carreras" (1937) la mayoría de la gente pensó que se trataba de otra de sus astracanadas surrealistas, tal era el delirio que el baile inspiraba. No sería promocionado entre el gran público blanco hasta que el excelente bailarín Dean Collins (que se atrevía a ir al Savoy a pesar de ser blanco) suavizó un tanto el estilo, cambiando las patadas y saltos por deslizamientos, y lo coló en algunas producciones de Hollywood en los años 40, donde consiguió trabajo como coreógrafo. A esta nueva variedad se le llamó jitterbug. Pues bien, el lindy hop y el jitterbug sentarían las bases para el baile del rock and roll en la década siguiente, del que apenas se diferencia.
Los Whitey´s Lindy Hoppers en "Un día en las carreras". Sensacional.
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